En los años 80, Madrid era una efervescencia de cultura. Músicos, fotógrafos, pintores, escultores o simples aficionados a las artes, componían la movida madrileña. En esos años de despertares, después de la larga dictadura, todo nos llegó de golpe. Discos traídos de Londres, instrumentos Fender, diferentes sustancias jamás probadas mezcladas con catálogos de pintura y fotografía traídos de Nueva York y un largo etcétera de emociones hasta el momento desconocidas. Hubo quien perdió la cabeza, no pudo con tanta sustancia y se enamoró de La Cibeles. Diosa de la Madre Tierra, representada en la más famosa fuente de Madrid, montada en su carro tirado por dos leones.
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