La Mezquita de los Omeyas o Gran Mezquita de Damasco, es una de las más antiguas y grandes del mundo. Está considerada como el cuarto lugar más sagrado del Islam, tras La Meca, Medina y Jerusalén.
Fue construida por el califa omeya Walid I en el año 705, sobre la catedral bizantina dedicada a Juan el Bautista desde la época del emperador romano Constantino I. Tiene una capilla que dice contener la cabeza de San Juan Bautista, considerado como profeta, tanto por el cristianismo como por el islamismo.
A la izquierda, el mausoleo de San Juan Bautista. |
Este edificio, habría ocupado un anterior templo romano dedicado a Jupiter Damascenus. Los muros externos provienen de este antiguo templo de las épocas aramea y romana donde se pueden observar ornamentos e insignias griegas.
Asimismo, se conservan en buen estado algunas columnas y arcos del templo, principalmente en la parte oeste, en la plaza enfrente de la mezquita.
La mezquita tiene unas dimensiones de 157 x 97 m. Por su forma de construcción recuerda a una basílica católica. Es uno de los ejemplos más sobresalientes de la arquitectura islámica antigua, utilizando la piedra como material de construcción. Tiene cuatro puertas, una cúpula y tres minaretes, estos últimos construidos posteriormente en un estilo diferente.
Dispone de una espaciosa sala de oraciones con imponentes arcadas. En la Mezquita de los Omeyas se utilizó por primera vez tanto el minarete como el nicho que marca la qibla. La disposición de tres naves cubiertas y paralelas al muro de la qibla y un gran patio porticado exterior, la hicieron un modelo a seguir en construcciones posteriores.
Junto a la mezquita, en los muros del norte, rodeado por un bello jardín, está el Mausoleo de Saladino, sultán de Siria, Egipto y Palestina, fundador de la dinastía ayubí. En el sepulcro de mármol hay una inscripción en árabe que reza: “Aquí descansan los restos de Saladino, quien liberó a Jerusalén de los infieles”.
La mezquita está decorada con mosaicos coloridos, que fueron terminados por maestros bizantinos. Especialmente espléndidos son los mosaicos en las paredes que representan el Edén.
Vista de Damasco con la mezquita de los Omeyas desde el Monte Casium. |
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